“Nunca he oído una presentación que fuera demasiado corta. Una presentación no puede ser demasiado corta porque, si es buena, conseguirá que los oyentes hagan preguntas y la alarguen”
Guy Kawasaki
Si te dedicas al mundo de los negocios y no eres un experto orador seguramente te habrás preguntado más de una vez cuál es la clave para que tu presentación tenga éxito, para que tu interlocutor capte a la primera la esencia de lo que le propones y así poder evitarte más de un disgusto derivado de la falta de entendimiento.
Guy Kawasaki, reconocido especialista en el ámbito de las nuevas tecnologías y el marketing, nos ofrece la solución en su libro El arte de empezar, a través de la regla 10-20-30, que te ayudará a sacarle el máximo jugo posible a tus presentaciones.
Diez diapositivas
El autor recomienda que, a la hora de enfocar nuestro proyecto, no nos volvamos locos intentando que nuestra audiencia se quede con todo porque eso no va a suceder. La clave radica en que “el propósito de la presentación es despertar el interés, no cerrar un trato”.
Para ello, cuanto más seamos capaces de reducir nuestra presentación, más nos obligaremos a concentrarnos al máximo con el fin de extraer la esencia de lo que buscamos difundir. Por lo tanto, este experto en la materia nos recomienda tratar de ajustarnos a diez diapositivas sin, bajo ningún concepto, pasarnos de veinte. Como resultado obtendremos la transmisión de una idea de forma convincente, que debe ser el objetivo principal de cualquier orador.
Diapositivas esenciales en una presentación con perspectiva de venta, según Kawasaki:
- Título
- Problema
- Solución
- Modelo de ventas
- Actuales clientes (solo si tienes algo realmente interesante que contar)
- Técnica
- Demostración
- Análisis competitivo
- Equipo de dirección
- Próximos pasos
Veinte minutos
El creador de esta regla tiene claro que, a pesar de que suele estar previsto que los encuentros para hablar de negocios se extiendan por una hora como norma general, nuestra presentación no debe superar los veinte minutos de duración.
Esto se debe, por una parte, a que cualquier imprevisto con la reunión anterior puede reducir considerablemente el tiempo del que vamos a disponer, lo que echaría por tierra buena parte de nuestras posibilidades de éxito si llevamos preparada una puesta en escena excesivamente larga.
El otro aspecto que conviene tener en cuenta es que después de presentar algo, o entre medias, suele haber preguntas, dudas y comentarios al respecto. Por lo tanto, resulta imprescindible dejar un margen suficiente para todas las cuestiones que surjan a raíz de la exposición, sin que tenga ningún perjuicio que se prolonguen más que nuestra propia actuación.
Treinta puntos de fuente del texto
Kawasaki plasma claramente que las diapositivas son un elemento idóneo “como hilo conductor, no para leerlas”. Si ponemos demasiado texto la audiencia dejará de prestarnos atención para centrarse en las diapositivas, algo que no nos podemos permitir.
La clave estriba en saber conjugar en la pantalla las palabras que sean estrictamente necesarias con gráficos, imágenes y otros recursos que sirvan de complemento a lo que estamos contando sin que digan lo mismo. De este modo, fomentaremos de forma sutil la escucha activa por parte de nuestra audiencia y la presentación resultará realmente eficaz.
3 comentarios
Me encanta porque da unas reglas muy claras. A veces cuando hacemos presentaciones caemos en el riesgo de enemismarnos en nuestro tema y olvidarnos de la audiencia. ¡Que útil!
¡Interesante! Me quedo con la cita del principio… me hace recordar esas charlas que sí que se alargaban con preguntas de los asistentes… qué satisfactorio es acudir a una buena ponencia, ¿verdad?
Totalmente cierto. Cuando sales tienes la sensación de que realmente has aprendido y aprovechado el tiempo.