Crear un e-commerce o tienda virtual es algo que actualmente “está de moda”. Se tenga ya o no un punto de venta físico, a la hora de dar el paso para empezar a vender por Internet hay que hacer las cosas con cuidado si no queremos que un proyecto ilusionante se convierta en un fracaso rotundo.
Aunque a muchos de los que vayáis a leer este artículo os parezca que todo lo que se cuenta son aspectos básicos y de sentido común, el día a día nos lleva a comprobar que en muchas ocasiones la causa del fracaso de un proyecto de e-commerce se produce por cuestiones básicas que no se tienen en cuenta a la hora de implementar la estrategia de ventas en Internet. Dejando un poco de lado aspectos técnicos que trataremos en artículos posteriores, vamos a ver los primeros pasos que se deberían tener en cuenta antes de crear un e-commerce.
- Visibilidad de tu sitio web. Podemos hacer una comparación con las tiendas de toda la vida. Cuando alguien se decide a crear un negocio en el que va a vender cualquier tipo de producto estudia el lugar donde va a poner su local. No es lo mismo tener una tienda en el centro de una ciudad por donde pasan miles de personas cada día que tenerla en una calle poco transitado de un barrio de la periferia. Pues en Internet este aspecto se ve aún más acentuado, ya que tu competencia está repartida por todo el mundo. Es decir, de nada sirve crear la mejor plataforma de venta online, la más bonita o la más barata si no nos ve nadie.
Por tanto, y partiendo de que tenemos claro nuestro presupuesto para crear la tienda online, no podemos gastarnos todo en desarrollar la plataforma web que va a soportar nuestra tienda. De hecho, la recomendación en este aspecto es clara: al menos el 60% del presupuesto disponible tiene que dedicarse a atraer tráfico a nuestra web. Los ratios de conversión del comercio electrónico (porcentaje de gente que compra del total de las visitas) son aún bastante bajos, por lo que necesitamos que mucha gente nos vea para poder vender.
- Trabajo constante. Crear una tienda online no significa ponerla en marcha y olvidarnos de ella esperando a que la gente compre por sí misma. Una vez que hemos conseguido ser visibles y que los compradores a través de Internet saben que existimos, hay que estar constantemente analizando datos y viendo cómo se comportan los clientes cuando acceden a nuestra web. En este punto tenemos que plantearnos que, o bien tenemos tiempo y conocimientos para administrar nuestra tienda, o necesitamos dinero para contratar a una persona que se encargue de estos temas.
Hay que tener controlados desde el principio los aspectos por los que no se acaban de confirmar las compras. Cuando un cliente abandona el proceso de compra, hay que identificar por qué lo ha hecho, y esto se lleva a cabo mediante el análisis.
- Atención al usuario y soporte. Tenemos que tener claro que hay que facilitar a los compradores la labor en todo momento. Esto requiere nuevamente tiempo o una persona que se encargue de ello. Ofrecer al cliente la posibilidad de contactar con nosotros en el momento que está realizando su compra puede ayudarnos a que éste finalice satisfactoriamente el proceso de compra.
De todo esto podemos extraer que vender en Internet es posible, pero no hay fórmulas milagrosas. Requiere un esfuerzo y una planificación desde el principio y una implicación máxima en el proyecto.